No molesten, por favor...

No molesten, por favor...

sábado, 21 de enero de 2017

 OBAMA, TRUMP Y EL LIBRO DE HISTORIA

  Tengo claro que la gran mayoría de los gobernantes del mundo no son más que títeres cuyos hilos son manejados por los potentados y millonarios del mundo. El invento de la democracia sólo sirve para dar apariencia de "legitimidad" a esta realidad. A fin de cuentas, los discursos populistas arrastran con facilidad a las masas y se consigue, sin ningún problema, que salgan elegidos candidatos que presentan propuestas del tipo "bajar el salario mínimo" y "eliminar seguros médicos" gracias, en gran parte, al voto entusiasta de los trabajadores peor pagados y de los desheredados más necesitados. Basta para ello con gritar cuatro medias verdades, difundir siete mentiras y hacer uso del siempre efectivo recurso del sentimiento patriótico. Todo esto, al igual que el síndrome de Estocolmo, tiene una explicación psicológica. Y tiene también una cura después de una adecuada terapia. Pero no es ese el objetivo de este artículo.

   En efecto, escribo estas líneas para dar las gracias a Barack Obama. Porque aunque él también ha sido un títere, al  menos ha intentado llevar a cabo una serie de pequeños gestos para un mundo mejor. Una sola persona no puede cambiar el mundo. Ni siquiera puede cambiar determinados aspectos de su propio país. Pero sí puede crear un ambiente positivo y realizar pequeños gestos que permitan a los pueblos avanzar en una determinada dirección. En la dirección de un mundo un poco mejor que el que él recibió. Obama ha representado el lado más amable de la política estadounidense. Hombre equilibrado, sensato, respetuoso, partidario del diálogo con las demás naciones del mundo y defensor de los derechos sociales en su país. Hombre preocupado por conseguir proteger el medio ambiente, por avanzar en la lucha contra cualquier forma de violencia y por superar prejuicios racistas. Al menos lo ha intentado. Sus logros han sido escasos, porque la oposición a sus proyectos ha sido muy, muy  fuerte, dentro y fuera de su país. 

   Quienes  me conocen saben que yo soy un antisistema. No lo puedo evitar. Por más que la palabra suene fuerte, ser un antisistema significa que lucho (usando como única herramienta la palabra y el ejemplo) por un mundo sin armas, sin guerras, sin millonarios, sin hambre, sin esclavitud, sin ataques al medio ambiente... Un mundo en el que el uso de la razón permita al ser humano prescindir de inventos tan absurdos como el dinero y la competitividad. Alcanzar algo parecido a esa sociedad ideal es, a día de hoy (y lo será durante muchos siglos), una utopía. Lo sé. Pero, como reza el dicho, todos los caminos, incluso los más largos, empiezan por un primer paso. Y Obama podía ser muy bien ese primer paso. Por eso reitero mi agradecimiento a su labor.

    Desgraciadamente, le sucede en el cargo la otra cara de la moneda, el Sr. D. Trump. En efecto, Trump representa el lado más despreciable de la clase política de su país. Ni siquiera era querido en el ultraconsevador Partido Republicano. Un  millonario excéntrico que hace gala de un discurso racista, machista, antisocial, ultranacionalista, imperialista, antiecologista... Gana las elecciones con el voto de muchos de aquéllos a los que él va a perjudicar directamente. El discurso del miedo ha vuelto a surtir efecto. El mundo es así. Los ricos se frotan las manos y se ríen. Van a ser todavía más ricos y ello a costa de la riqueza de la colectividad. Una riqueza que ya estaba bastante depauperada, pero que va a ser esquilmada todavía un poco más. Y todo ello legalmente. Es en momentos como este cuando me replanteo si algunos aspectos de la democracia deberían ser repensados...

    Dos detalles más. En primer lugar, decir que, pese a todo, al Sr. Trump hay que darle el margen de esperar hasta ver cuáles son las medidas reales que adopta a lo largo de su mandato. Por los menos hay que concederle algunos meses de "cortesía". Tengo la esperanza de que no cumpla muchas de las "amenazas" que ha prometido. Y puede que incluso adopte alguna medida sensata. Ya se verá.

  Y en segundo lugar, que quede claro que los idiotas que ayer (aprovechando las manifestaciones que tuvieron lugar a lo largo y ancho de los Estados Unidos contra el Sr. Trump ) se dedicaron a causar destrozos y  a enfrentarse a la policía, esos idiotas, repito, son el mejor aliado que tienen políticos como Trump, ya que les permite a estos políticos usar el mensaje de que cualquier postura que no sea el "orden" que ellos proponen significa apoyar el caos.  Y decir que a esos idiotas yo los detesto todavía más que al Sr, Trump. Que ya es decir. Ni con uno ni con otros iría yo a ningún sitio. Muchas veces es mejor estar solo.