No molesten, por favor...

No molesten, por favor...

martes, 3 de diciembre de 2024

 Pido perdón...

(No aspiro a que se esté de acuerdo conmigo. Pero a veces necesito expresar lo que siento)

Quienes me conocen saben que desde hace ya bastantes años vivo casi encerrado en casa, con escaso contacto con el exterior. El proceso hasta llegar aquí fue lento y calculo que comenzó hace ya unos veinte años. No obstante, mi aislamiento no es total, pues he de puntualizar que pago mis impuestos (y lo hago con gusto), que acudo regularmente a mi puesto de trabajo, que mantengo una relación estable con mi entorno familiar, así como que también tengo algún contacto puntual con algunas viejas amistades. Pero hace ya décadas que no voy a comidas con los compañeros de trabajo, ni participo en celebraciones ni en eventos sociales ni políticos; y hace mucho tiempo que prefiero no viajar ni ir a hoteles para no colaborar en el deterioro del medio ambiente; y desde hace unos tres años hago uso de los medios de comunicación con cuentagotas. Si pudiera, casi preferiría ser invisible, que no me viera nadie. Y no tanto porque las gentes con las que comparto el mundo no tengan nada que aportarme, sino más bien porque estoy convencido de que yo no tengo nada que aportarles a ellos. No quiero molestar a nadie. Lo digo con humildad y sinceridad. ¿Para qué vamos a perder el tiempo...?

He de decir que cuando era joven me encantaba disfrutar de los amigos, de la vida social; me gustaban el fútbol y los demás deportes; anhelaba viajar, me encantaba leer, conocer cosas nuevas... Hoy, sin embargo, prefiero estar solo y dedicarme -casi a escondidas- al dibujo y a alguna que otra afición puntual. 

Decía el León Tolstoi de sus últimos años de vida (cuando todo su ideario de juventud se había derrumbado hasta llegar a posiciones que en gran parte hoy comparto) que el mundo le parecía tan absurdo y cruel que, o él estaba loco o estaban locos aquellos que habían construido tal mundo. A estas alturas de mi vida no me gusta poner etiquetas ideológicas, ni tampoco me gusta ponérmelas a mí mismo. Pero creo que -al igual que ese Tolstoi final- navego por los mares del anarquismo y del pacifismo*, con la diferencia de que en mi caso no recurro a idearios cristianos ni de ninguna otra religión, sino que lo hago en base al estudio, análisis y comprensión del comportamiento de los individuos y de las colectividades. Y para llegar a comprender esos comportamientos recurro básicamente -de hecho, casi exclusivamente- a  nociones basadas en algunas ciencias que considero esenciales para este propósito: la psicología, la biología y la química. ¡Ay, cuánto lamento no haber dedicado en mi vida más tiempo a la ciencia y un poco menos a las letras...! Porque desde luego, para comprender el mundo que me rodea, de nada me sirvieron ni me sirven los conceptos que recogen los libros especializados en temas jurídicos, filosóficos, religiosos, éticos,  históricos... Por el contrario, me ha sido de gran utilidad entender qué son los instintos biológicos básicos (supervivencia, adaptación al medio, reproducción), cómo funciona el aprendizaje (y el "desaprendizaje"), y qué papel juegan las hormonas y las conexiones cerebrales en nuestro comportamiento**.

* Quienes navegamos por mares ideológicos tan apartados, no solemos encontrar razones para ir a votar cuando hay elecciones políticas en nuestro entorno. Es como si a un antitaurino le ofreces regalarle una entrada a alguna de las corridas de la feria de su ciudad; podemos estar seguros de que no le gustará ninguno de los carteles que se han preparado para la ocasión...

**Es evidente que las ramas del saber que estudian la conducta no constituyen una ciencia exacta, ni mucho menos. Pero, por ejemplo, tampoco la meteorología lo es, y sin embargo una persona sensata se fía más de la predicción hecha por el servicio meteorológico oficial de su país que del pronóstico hecho por un vecino amigo. En el tema que nos ocupa, las ciencias que estudian el comportamiento están preparadas para dar una explicación racional a preguntas tales como por qué se producen las agresiones sexuales, por qué tanta gente sufre de las adicciones al juego o a la droga, por qué estallan las guerras, por qué la gente cree en dioses -o en adivinos- o por qué se produce la euforia en las celebraciones de los éxitos deportivos de los equipos con los que simpatizamos. Por poner otro ejemplo, los llamados "pecados capitales" (avaricia, pereza, gula, lujuria, etc) tienen una explicación biológica y no deben ser analizados desde el prisma religioso, donde un dios -que no existe- va a premiar o a castigar según qué conductas e individuos. 

Creo que no merece la pena crear ni mantener un sistema educativo y social donde no se pongan en cuestión ciertas "verdades" que se consideran absolutas e intocables, pero que en mi opinión son erróneas y contraproducentes si aspiramos, de verdad, a crear un mundo regido por la inteligencia y no por la ignorancia y la superchería, un mundo que funcione desde la serenidad y no desde el impulso biológico primario e incontrolado.

"Pido perdón..." es el título de este breve artículo, de esta especie de testamento ideológico. Y es que pido perdón por no poder aceptar una serie de verdades que se transmiten a todas las generaciones -en algunos casos, desde hace milenios. Pido perdón por no desear participar en la vida social, por no querer participar en charlas ni en reuniones, ni siquiera entre amigos. Porque nada puedo aportar en un mundo que da por válidas e intocables, entre otras muchas cosas, afirmaciones como las que siguen: 

- "La propiedad privada es un derecho natural". En mi opinión, tras muchos años de análisis objetivo, la propiedad privada es un robo, o cuando menos un hurto. ¿A quién se roba, a quién se hurta? A la colectividad. Imaginemos la diferencia entre un mundo con playas privadas y un mundo con playas públicas, ¿cuál de las dos opciones nos parece más justa..?

- "Leer libros y hacer uso de la cultura es siempre útil y beneficioso". Depende, no siempre. De hecho, no se deberían leer libros ni se deberían consumir producciones culturales que defiendan posiciones racistas, de apología de la violencia, negacionistas, esclavistas, chovinistas... ¿Es bueno leer el Mein Kampf, de Hitler...? En realidad, creo que más de la mitad de lo que se llama cultura es abominable.

- "La competitividad es la base del avance social". Error de base que sólo conduce a generar sociedades e individuos que sufrirán siempre tensión, desazón y angustia, y que es caldo de cultivo para el brote de todo tipo de desajustes y violencias. ¿Cuándo se enseñará en los colegios que colaborar es siempre mejor que competir...?

- "El crecimiento económico constante es un objetivo esencial en cualquier economía". Otra idea cercana a la anterior, y tan absurda y contraproducente como ella. Si para crecer de manera constante tenemos que talar y/o quemar toda la selva del Amazonas: ¿seguimos creciendo; o paramos y pensamos...?

- "El deporte es algo bueno, aconsejable y necesario para el progreso y el bienestar social". En este punto está de acuerdo todo el mundo, izquierda, centro y derecha. Se habla mucho de la "ética del deporte", pero nadie parece pararse a pensar en qué consiste esa idea tan aparentemente beneficiosa. Para el que no se haya dado cuenta todavía, la "ética del deporte" parte de la idea de que el objetivo principal al practicar cualquier deporte (sea el que sea, incluso el ajedrez) es vencer a un rival, es tratar de vencer siempre, y mejor cuanto con más contundencia se haga. Si no hay rival al que superar, no hay deporte. Es una condición sine qua non. Es cierto que han de seguirse unas reglas, y que se promueve el "juego limpio" y el respeto al oponente. Pero el objetivo es subirse al podio, demostrar que uno es más que los demás. Estamos ante la vanidad -en sus diversas acepciones- institucionalizada, vestida con traje de gala y recibiendo el aplauso y el  apoyo general. Por no hablar de que deportes como el boxeo o el automovilismo me parecen una obscenidad; al igual que obscenos -e inaceptables- me parecen los beneficios millonarios que algunos consiguen con el deporte, beneficios que, una vez más, provienen del patrimonio y del haber colectivo. ¿Cuándo se levantará la voz contra todo este absurdo..? Nunca.

- "Algunas guerras son inevitables"*; "fabricar y/o vender armas es un negocio tan respetable como cualquier otro"; "llegado el caso, habrá que recurrir al uso de la fuerza para defender nuestras fronteras, que son sagradas"*. Poco que decir ante afirmaciones tan estúpidas, tan brutales y tan extendidas, incluso entre gentes "progresistas". Como cuando algunas veces he leído que "fabricar armas es bueno porque, entre otras cosas, crea puestos de trabajo". Pues nada, aquí también pido perdón por no comprenderlo ni compartirlo. 

*Inevitable es un terremoto o una erupción volcánica, o un tsunami. Las guerras podrían evitarse todas; bastaría con comprender que una solución pacífica es siempre preferible, incluso para el más fuerte. En cuanto a las fronteras, aunque nos quieran convencer de otra cosa, no son más que líneas imaginarias, tan imaginarias como los dioses. ¡Cuánta muerte y cuánta destrucción -durante milenios- para defender cosas que son invenciones inútiles, propias de un mundo sin inteligencia! Pero nada de esto se enseña en los colegios...

La lista podría ser más larga. Pero lo dejo aquí. Es suficiente. En cualquier noticiero, en cualquier debate en los medios de comunicación, en cualquier charla entre amigos, casi todos los participantes están de acuerdo en todo esto. Me parece bien que sigan hablando y discutiendo. Yo opino que, en realidad, piensan de manera muy parecida. Que sigan. Yo prefiero mantenerme al margen.

Por cierto, creo que me toca otra siesta... Un saludo a todos


Bodegón sencillo. Casi siempre, "menos es más..."