No molesten, por favor...

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lunes, 21 de diciembre de 2015

   AL HILO DE LAS ELECCIONES GENERALES DE AYER

  Ayer (20/12/2015) se celebraron elecciones generales en España. Todos conocemos ya los resultados. Estos acontecimientos ocurren delante de mí, pero normalmente yo soy un simple espectador. He votado 3 veces en 32 años. No suelo tomar partido por nadie. Soy un antisistema declarado y no voto a partidos como Podemos porque me parecen un partido conservador. Los demás me parecen ultraconservadores. No obstante, reconozco  mis simpatías por Ada Colau.

   Con la introducción que acabo de hacer lo único que quiero decir  es que puedo opinar de la política española (y la de otros países) desde la objetividad. Igual que un hincha del Villarreal puede opinar con objetividad de un partido de octavos de final de la Copa del Rey entre el Deportivo de la Coruña y el Numancia: no tiene ningún interés directo ni indirecto en que gane ni uno ni otro.

  ¿A qué viene todo esto? Esta mañana, en el trabajo, ha surgido el tema de las elecciones. Yo casi nunca hablo de política. Pero mis compañeros saben de mi neutralidad en el "campo de  batalla" de la política española del día a día. Y mis compañeros me han preguntado. Eran preguntas objetivas, que recogían dudas sobre el funcionamiento del sistema. He tratado de resolver esas dudas.(A la vez, tendré que desmontar algunos "mitos " que, por más que sean creencias muy generalizadas, son en realidad erróneos).

  Este blog, en principio, no tiene una finalidad didáctica. Pero, por una vez, lo utilizaré para aclarar dudas muy extendidas sobre el sistema electoral español. Y es que me han preguntado estas dudas muchísimas veces en mi vida. He decidido exponer, brevemente,  las respuestas por escrito. Así, cuando me vuelvan a preguntar, les daré el enlace de este blog y me ahorraré la explicación.

1.- No se puede hablar de sistema electoral "justo" cuando a unos partidos les cuesta un escaño en el Congreso 50 mil o 60 mil votos (PNV, PP, PSOE) y a otros les cuesta  450.000 (Izquierda Unida, hoy UP). Hablar de la igualdad de los electores, y de la máxima "un hombre, un voto" es una broma.

2.- El legislador decidió, en 1977, que el territorio español, a efectos electorales, se iba a dividir en "circunscripciones", las cuales coincidirían con las provincias. La Ley electoral de 1985 mantiene el sistema. Este es, sin duda, el motivo principal que genera la iniquidad que contemplamos una y otra vez en cada noche electoral. Prosigo y luego aclaro esto.

3.- Dentro de cada provincia, el reparto de los escaños en base a los votos que se  han obtenido por cada partido se hace mediante un sistema proporcional "corregido" que se conoce como "Ley D'Hondt". Este sistema no es, en sí, especialmente injusto. Se puede incluso aceptar como razonable. No es tan equitativo como la proporcionalidad estricta que se usa en Italia (que genera parlamentos  muy atomizados en multitud de grupos parlamentarios). Pero, desde luego, es mucho más equilibrado y justo que el demencial sistema mayoritario que se usa en países como Gran Bretaña. (En el sistema mayoritario, la lista más votada en cada circunscripción obtiene TODOS los escaños que hay en juego en esa circunscripción. Los partidos que hayan quedado en segundo o tercer lugar se quedan sin nada. Votos a la basura...)

4.-No voy a explicar aquí la ley D'Hondt. Sería muy largo. Adjunto este enlace. En todo caso, si alguien tiene dudas, que no dude en consultarme. Trataré de resolverlas.

5.- Lo que sí me interesa resaltar es que la injusticia viene porque los restos que quedan sin conseguir escaños ,"se tiran a la basura". No de una manera tan brutal como en el sistema mayoritario británico que expuse arriba. Pero sí de una manera que distorsiona la voluntad popular. Porque puede darse el caso de que un partido que obtenga en cada provincia (= circunscripción) un número moderado de votos  pero que no son suficientes par alcanzar un escaño, se quede al final sin escaños o bien muy infrarrepresentado. Sumando todos los votos que se pierden en cada provincia pueden llegarse a cifras en torno a 800.000 o 1000.000 de votos en todo el territorio nacional... y no obtener ni un solo escaño.

6.- En contra de lo que mucha gente opina, el sistema no beneficia a los partidos nacionalistas. Tampoco les perjudica. Beneficia a los grandes partidos. Porque la ley actual trata de facilitar grandes mayorías que puedan formar gobiernos con facilidad. Y así, ocurre con frecuencia que un partido que obtiene el 40% de los votos (o incluso menos) consigue la mayoría absoluta. 
7.- Tampoco beneficia a las provincias más pobladas. Más bien las perjudica. Es normal que Madrid o Barcelona elijan 30 o 35 diputados y las provincias menos pobladas (Soria, Guadalajara, etc) elijan 3 o 4. Claro que es normal. Sería absurdo  que todas las provincias eligieran el mismo número de diputados. (En las elecciones al Senado sí ocurre así. Pero ese es otro tema). Pero es que incluso así, estas provincias "poco pobladas" están sobrerrepresentadas. Aunque parezca mentira.

8.- En la práctica, Izquierda Unida siempre es la principal damnificada. Pero igual le ocurre a UPyD. Y a partidos que a mí me resultan simpáticos, como los de defensa de los animales. Yo creo que todos ellos merecerían al menos un escaño. Sería interesante escuchar su voz en el Parlamento. Porque para eso han sacado cientos de miles de votos repartidos por todo el país.

9.- ¿Solución? Pues muy sencilla.

 a) O bien se eliminan las circunscripciones electorales provinciales y se considera a todo el territorio que se convoca a las urnas como una única circunscripción. Así ocurre en las elecciones al Parlamento Europeo, en las que toda España es una única circunscripción electoral.
b) O bien, aunque se mantengan las circunscripciones provinciales, se reserva un número de escaños a nivel estatal (por ejemplo entre 12 y 15) para repartirlos proporcionalmente entre todos aquellos "votos perdidos" en las adjudicaciones provinciales de escaños.

10.- ¿Por qué esto no se corrige nunca? Pues porque el sistema favorece a los dos o tres partidos más votados. Que son precisamente los que pueden iniciar y llevar a cabo la reforma. Y aunque todos admiten que hay que mejorar el sistema electoral, nunca les parece una necesidad prioritaria. Pero yo creo que sí lo es. Porque, tal y como está, el parlamento elegido no es de verdad democrático. Porque cientos de miles o incluso a veces millones de votos quedan sin un solo representante.

  Dejando este asunto y comentado los resultados de ayer, esta mañana surgieron en la oficina otras preguntas. En el sistema político y electoral  español los ciudadanos no elegimos al presidente del gobierno. Elegimos a los miembros del Parlamento. Y son los miembros del Parlamento los que eligen al presidente. Y este, a su vez, elegirá a los ministros. Las preguntas son :

a) ¿Habrá gobierno? Sí. Yo creo que lo habrá. Mariano Rajoy será elegido presidente. No en la primera votación, donde necesitaría una mayoría absoluta que le es imposible conseguir (salvo que los diputados se tomen pastillas alucinógenas o esnifen cocaína el día de la votación). Pero sí en la segunda o tercera votación. Para ello, el PSOE se abstendrá. De no hacerlo así, se provocarían unas nuevas elecciones. Y el PSOE no querrá cargar con la culpa de haber provocado esa situación.

b) ¿La legislatura será larga? Muy probablemente no durará más de 2 años. Habrá gobierno, pero le va a ser muy difícil legislar casi nada. Como mucho aprobará las leyes de presupuestos un par de años. Pero poco más.

c) ¿Qué pasará después? No lo sé. Yo no soy adivino. Sólo sé que a nivel socioeconómico nada cambiará. Porque la democracia burguesa está hecha para eso. Para que nada cambie. Pero ese es otro tema.

d) Una pregunta  muy reiterada ¿Habrá referéndum en Cataluña? No. No lo habrá. Y es una pena. Porque España podría solucionar este problema de una vez por todas. Porque, además, y por mucho que los partidos independentistas se nieguen a reconocerlo, el resultado del referéndum sería -con toda probabilidad- un "No" a la independencia. (Mucho más si se les exige una mayoría cualificada para acceder a la independencia. Algo así como la mitad más uno de los votos de las personas que componen el censo electoral). Y podríamos, por fin dedicarnos a otras cosas... Que ya va siendo hora, digo yo.


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