¿Un amor para toda la vida?
Es frecuente oír a mucha gente decir algo así como esto: "el mayor deseo de mi vida es estar siempre al lado de la persona amada y envejecer con ella junto a mí...". Parece un sueño anhelado por muchos. Algunos lo unen al contrato matrimonial. Otros, más modernos, aceptan que el matrimonio no es necesario para cumplir este sueño. Con o sin matrimonio, la pareja vitalicia es una opción perfectamente válida. Nada que objetar. De verdad.
(Hago un inciso antes de seguir: que haya o no matrimonio para mí no tiene ninguna trascendencia. El matrimonio es una institución obsoleta desde el mismo momento en que se inventó, hace ya miles de años. Un contrato ante Dios -ahí es nada...- o ante el estado, por el que dos personas se comprometen a amarse, respetarse, procrear... y a no fijarse nunca en nadie más. Increíble. Aparte, por si esto fuera poco, el contrato matrimonial incluye unas estipulaciones de contenido económico y patrimonial. Para salir corriendo y no parar. Pero lo dejo ahí. Otro día puede que me explaye con un artículo ex professo contra este engendro contractual que se llama matrimonio.
Yo no sé si es por que tengo tendencia a no pensar igual, o porque he analizado esta opción con detenimiento. No lo sé. Pero no la busco para mí. Quizá sea una opción que, en la práctica, la use y sea feliz con ella. Puede ser. Pero no la busco como lo ideal. Enamorarse de alguien con 15 años, casarse con 22 y vivir junto a la misma persona toda la vida... Y ver eso como la opción más deseable, casi como la única opción que se baraja... Renunciar, a priori a conocer otras personas; renunciar, de antemano, a la posibilidad de enamorarse alguna otra vez... No lo veo.
Se entiende que todo esto es en régimen de fidelidad. Es decir, no hay ni debe haber enamoramientos, ni "líos", ni amistades sólidas con nadie más que con la pareja estable. Nunca. No lo veo. Qué aburrimiento...
"Una casa para toda la vida, un trabajo para toda la vida, un coche para toda la vida y una pareja para toda la vida". Enamorarse sólo una vez en la vida. ¡Qué aburrimiento...!
Algunos dirán: "Pero bueno, este hombre, ¿qué ofrece como alternativa?: ¿la poligamia?; ¿el engaño a la pareja?; ¿el libertinaje amoroso continuo?"
No. Claro que no. La poligamia es algo igual de absurdo que el matrimonio o la pareja estable. Sólo que multiplicado por tres o por cuatro. Y además, en principio, sólo "beneficia" a una persona. Sólo beneficia al polígamo. Por tanto, es algo mucho más arcaico, más absurdo y más injusto que el matrimonio monogámico.
¿El engaño, el "lío" extramatrimonial, los cuernos... ? No. Claro que no. Por favor. Seamos serios. Engañar a una persona en el aspecto amoroso es una canallada. No debe hacerse. Y punto.
El "libertinaje amoroso" (incluyendo aquí lo sentimental y/o lo puramente carnal) creo que no es algo deseable, ni sano, ni aconsejable. Pero si ambos lo aceptan como válido, es perfectamente factible y respetable. Pero tampoco es eso.
Se trata de abordar el tema amoroso y sexual desde otra perspectiva. Si a lo largo del largo camino que a veces es la existencia, surge alguna persona por la que sentimos interés (a nivel emocional, intelectual, sentimental o carnal), ¿por qué no acercarnos a ella? Algunos dirán: "Bueno, pero si eso es fácil. Te divorcias (o te separas) de tu antigua pareja y ya está". Pero es que ese argumento es el mismo de siempre. Se hace desde la óptica de siempre. Desde la óptica de que esta nueva persona va ser vista, de nuevo, como ese amor "para toda la vida". Y estamos otra vez al principio: en la rigidez de miras de siempre. Y es que, de nuevo, tras la separación y con la nueva pareja, ya iríamos por el camino "limitado" que la tradición nos aconseja seguir.
Naturalmente, una visión "abierta" de estos temas exige que las personas que forman la pareja (o el trío, o lo que sea) la tengan, la compartan y la acepten. De lo contrario, se produce un desequilibrio en el entendimiento de todo este asunto que provoca que el de "visión abierta" sea visto como un infiel, como un traidor o como una mala persona.
Lo que quería decir ya lo he dicho. Si alguien me ha querido o me ha podido entender, perfecto. Si no es así, quizá es que no me he expresado bien. O que he sembrado en campos aún no preparados para predicar estas cosas. Sea como fuere, que seáis felices, sea cual sea vuestra opción.
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